Ayer noche, hablo del día 25, recién llegados a Puno tras el viaje por el altiplano Andino, el Dios de la lluvia lloró sobre la capital departamental de Puno. Los últimos estertores de la temporada veraniega de lluvias, no olvides querido lector, que estamos entrando en el otoño puesto que hace unos días se celebraba el equinoccio de otoño, es decir, el sol se encuentra en su punto medio de lejanía o cercanía de la tierra. Buscamos el arrimo de una buena pizzería y nos dirigimos a “El Búho“, recomendada por Fabián, el conserje del hotel Casona Plaza, uno de las más elegantes de Puno. Hasta el propio GianUmberto Caravello reconoció que las pizzas eran muy buenas. La bebida fue una cerveza, “Cusqueña“, que está deliciosa. Al hotel a dormir es un decir, pues los más de cuatro mil metros de altura generan una gran cantidad de apneas que te impiden descansar.
A las cinco y veinte de la madrugada ya escuché a Eduardo Seva caminito del cuarto de baño; a las siete ya estábamos desayunados y prestos a realizar nuestra incursión en el lago Titi Caca que en Quechua significa Puma Gris. El lago posee un millón de hectómetros cúbicos de agua dulce y su profundidad máxima es de 287 metros. Jacques Yves Cousteau estudió la fauna del lago y encontró en las profundidades una rana gigante con 25 centímetros de la cabeza a la cola, bueno las ranas no tienen colas, pero ya me entienden. Sigue leyendo